El equipo de orientadores de nuestros Colegios es uno de los pilares del Proyecto Educativo GSD. La pandemia nos ha puesto a todos a prueba y, cómo no, a este equipo. Han conseguido Matrícula de Honor. Han trabajado sin descanso junto a todo el equipo docente y lo siguen haciendo.
No ha sido una temporada fácil, siempre hay retos para el equipo de orientadores de los colegios, pero el Covid-19 ha marcado ya, un antes y un después. De entrada, se perdieron los aspectos convivenciales con los que se trabajaba, se perdió el control presencial. “Nos hemos tenido que reinventar, tuvimos que rehacer todas las normas, por primera vez nuestas aulas eran digitales”. Una mirada cómplice de Virginia, directora de GSD Las Rozas, por encima de la mascarilla, corrobora las palabras de Araceli Lujan.
Muy pronto empezaron a surgir algunas novedades. Nos dimos cuenta, aseguran, que los más pequeños, los de tercero de primaria, empezaban a manejar las redes sociales, y las “usan en demasía y sin su control de habilidades sociales”. Una de las múltiples funciones es enseñar a utilizar las nuevas tecnologías adecuadamente. Hasta ahora esto solía ocurrir en los cursos de cuarto, quinto y sexto de primaria, pero ahora el confinamiento ha bajado -su inicio- a los de tercero. Esto ha llevado a todo el equipo de orientadores a un esfuerzo intensivo de formación a esos “noveles” en la comunicación online.
Los límites se mueven, pero las normas no
Ante la pregunta ¿y qué pueden hacer las familias? La respuesta salta como un resorte “Al niño hay que permitirle un desahogo emocional, siempre y cuando no sea lesivo ni para él ni para los demás”. Deben ser los padres los que establezcan esas normas dentro del confinamiento, y dentro de esas normas habrá límites. Se le puede consentir que esté enfadado, y que esté enrabietado, porque tiene que pasar quince días en casa, pero lo que no se le puede consentir es que – por ejemplo- falte al respeto a alguien.
Desde los colegios, tutores, docentes, orientadores estuvieron, y están, acompañando a los alumnos anímicamente.
A pesar de la asistencia presencial a las clases desde el pasado septiembre, se han “instalado” las consultas online. Esta práctica ha venido para quedarse. No podemos olvidar que los niños, los alumnos, han estado seis meses sin educación presencial. Hay habilidades que están menos potenciadas, de la misma forma que las rutinas que tenían antes del 14 de marzo. Estas últimas han sido las que más les han costado, según las propias familias. La ventaja es que los niños se adaptan rápidamente, con más facilidad que los adultos. Ahora que saben que no se deben tocar, “las miradas lo dicen todo”. Hay complicidad.
Después de seis meses de no pisar el colegio lo sienten como el espacio donde poder hablar. Se les ha dejado los primeros meses, para que se vayan acoplando, hay que ir provocando lo que se ha venido en llamar Ventilación Emocional.
A pesar del aumento del uso de las redes por los más pequeños, se está viendo que cuando hablan de sus vacaciones y de la vivencia de estos meses, le dan mucho valor a la compañía que han tenido con sus familias; el poder haber estado con los abuelos, ir con sus amigos a la playa, incluso el haber podido disfrutar con sus padres, aunque a algunos les cueste reconocerlo, en particular nuestros queridos adolescentes.
Todos a partir del 11 de marzo hemos empezado a vivir algo diferente.
Invertir todo el tiempo en ellos
Igual que llegó el COVID, llegó la interconexión. De lunes a lunes. El éxito de maestros y profesores está en el logro de “traspasar” el monitor; y eso lo están haciendo todos ellos, todos los días. Los tutores son figuras clave. Tienen que saber, desde que entran por la puerta, lo que pasa en el colegio, lo que pasa en casa; el tutor se hace experto en la vida de los alumnos.
Un experto necesario en situaciones como las que se han vivido, y desgraciadamente se vivirán, durante los meses de confinamiento. Situaciones que afectan a todos, alumnos, profesores, trabajadores… la pérdida de un ser querido. Gestionar esa situación no es nada fácil, y en GSD hay personal especialmente preparado para ello. La Gestión del Duelo es un programa de acompañamiento desarrollado en GSD Las Rozas para todos aquellos que sufren esa terrible pérdida. En cuanto se tiene conocimiento de ese hecho la especialista se pone a disposición de la familia afectada informándoles de dicho programa. En unos casos, muchos, la familia lo acepta, en otros no, y en otros, agradecen simplemente la llamada.
En caso de que lo deseen, se mantienen una serie de entrevistas con el alumno o alumna afectada para que, de esta forma, tenga un lugar donde manifestarse, expresar su dolor o no hacerlo, donde pueda encontrar su espacio de silencio. Convirtiendo así el cole en una pequeña isla, en un oasis, donde tengan la opción a ese duelo. “Los afectados no necesitan buscar un recurso externo, si no que reciben una llamada que se pone a su disposición”.
A causa del Covid no se han podido celebrar los ritos de despedida, no se ha podido estar en los últimos minutos, ni se ha podido acariciar la mano de ese ser tan querido. Es ahí, donde el programa aconseja pautas, busca soluciones; desde escribir una carta a un abuelo hasta ir a leerla al sitio donde a él más le gustaba estar.
Nunca estamos preparados ante la pérdida de un ser querido, tampoco estábamos preparados para este virus; del mismo modo que no sabemos lo que nos queda por vivir. Pero sí sabemos cómo hay que reaccionar ante una situación nueva, desconocida y difícil. En los Colegios GSD lo han demostrado los directores, los tutores, los profesores, orientadores y todos los que trabajan en los centros.
Y lo demuestran, como no, las familias trayendo a sus hijos al colegio, y preguntando qué deben hacer, asumiendo las incomodidades que suponen las nuevas normas.