Alumni Gredos/GSD. Volver a encontrarnos.
C.C. Gredos (Plaza Vieja) Promoción 1972
Nos recibe en su despacho, donde han surgido todas esas oportunidades que le han hecho merecedor de tantos premios. Galardones que firman una larga e importante trayectoria científica reconocida a nivel nacional e internacional. Pero bajo este prisma, se encuentra Nazario Martín, uno de los primeros alumnos en pisar el centro Cervantes, lo que fue después el nacimiento del colegio Gredos. Nazario es, por tanto, uno de los primeros niños GSD y así afirma sentirse, “vinculado a Gredos durante toda su vida”.
Nazario Martín León no ha dudado en formar parte desde que se lo propusimos del proyecto Alumni Gredos/GSD, con el cual queremos recoger los testimonios de alumnos que se han identificado en algún momento con la trayectoria de nuestro colegio desde su nacimiento hasta hoy, y establecer lugares de encuentro entre compañeros y profesores. Nazario no sólo ha querido pertenecer a esta asociación de antiguos alumnos, sino que agradece la iniciativa: “parece que por la escuela hay que pasar corriendo y, sin embargo, lo que se consigue con esto es precisamente lo que necesitamos en nuestro sistema cultural actual: tradición”.
Nazario recuerda con cariño sus clases de matemáticas con el profesor D. Luis; sus viajes en coche con su compañero de pupitre, Andrés González, con quien tocaba la guitarra en la universidad y mantiene hoy en día una estrecha relación de amistad. “Años bonitos y duros”, menciona, pues en aquella época estudiar en un colegio que no fuera público suponía un esfuerzo para una familia numerosa. “A pesar de tener el instituto mucho más cerca de mi casa, pedí a mis padres seguir en Gredos porque no quería irme de allí. Más vale lo bueno conocido, les decía. Me esforcé mucho para sacar mis estudios adelante. Recogía los libros en junio para poder estudiarlos antes de empezar el curso. Gredos siempre ha ocupado una parte muy importante de mi vida. Entré con siete años y salí con diecisiete” comenta.
Finalmente estudió Química, pero no fue una decisión fácil. Nazario afirma que tuvo dudas hasta el último momento, pues tanto las letras como las ciencias formaban parte de sus pasiones. Fueron las noches en vela y las reflexiones de día las que finalmente le dieron la clave: “con las letras podría avanzar por mi cuenta”, pensaba. Así, escribió varios artículos en prensa y estudió Historia y Literatura entre horas.
Hoy ostenta importantes galardones en su haber; el último, concedido por el Ministerio de Ciencia e Innovación, ha sido el Premio Nacional de Investigación 2020 en Ciencia y Tecnología Químicas “Enrique Moles”. Nazario dice que los premios son “la punta del iceberg de un trabajo de muchos años de investigación” y es que, aunque su día a día empieza y termina como lo que siempre quiso ser: profesor, la investigación ha ido ganando terreno a la docencia. Investigar se ha convertido casi en un reto personal “como un pozo sin fondo donde no ves un final. Mi jornada se divide en un 70% de docencia e investigación y un 30 % de todo lo demás”. Reconoce que cuando recibió dicho reconocimiento lo primero que le vino a la mente fue su familia a la que sometió a un “castigo brutal; piensas en el esfuerzo que hicieron tus padres durante los años de estudio, y por supuesto en los que trabajan contigo. Al final te viene a la mente todo el mundo porque es una labor colectiva”, concluye.
En cuanto a las investigaciones que Nazario Martín está llevando a cabo actualmente junto con un equipo de veinticuatro personas reconocidas internacionalmente, destacan las que tienen como factor común las nanoestructuras de carbono: “el carbono es un elemento químico muy singular- explica- es uno de los 92 elementos químicos que existen en la naturaleza y además en nuestro cuerpo es el segundo más abundante después del oxígeno; tiene la singularidad de poder unirse y generar moléculas muy grandes, y el único capaz de producir vida. En ese sentido, estudiarlo es siempre una tentación. “Estoy trabajando con las moléculas de carbono esféricas llamadas fullerenos que, modificadas añadiéndoles azúcares, nos permiten crear estructuras que compiten con los virus que inhiben la infección de ébola, zika o dengue”. “A partir de ellas- continúa- pretendemos afrontar el tema del SARS 2 (síndrome agudo respiratorio severo). La idea es usar unas moléculas que impidan que los virus que están en el cuerpo ataquen a otras células sanas y no se extiendan”. Esta investigación podría llegar a término tras los pasos pertinentes y la realización de ensayos en animales y humanos, unos diez años. “El objetivo es prevenir pandemias futuras y lo importante es que contamos con la financiación de la Comunidad de Madrid”, afirma.
Dejamos su despacho y nos dirigimos a los laboratorios de la Facultad de Químicas de la UCM; paredes que se abren a una ciencia que surge desde la observación del mundo más pequeño para cambiar el que está ahí afuera. Fábricas de esperanza donde se estudian durante años preguntas tan abstractas y enrevesadas como la sencillez de un milagro. Y de repente, dicho milagro aparece cual “punta del iceberg”. Nazario es un hombre que sigue emocionándose con la vida como el primer día. “El día que pierda esa ilusión será el momento de dejarlo todo, pero ese día no ha llegado ni se le espera”. Nunca dejaré de tener sueños porque creo que “lo mejor está por venir”, recalca.
Frases como esa se convierten en filosofía cuando entra por la puerta de la facultad en su faceta como docente el primer día de curso para sus alumnos. Le gusta decirles que la universidad son solo paredes y que quienes la hacen son las personas. “Cuando un estudiante trabaja un tema, ni el tema existe ni los medios. Hay que crearlo todo. Tiene que haber alguien que catalice el proceso y lo lleve adelante. Entonces se produce el milagro. Eso sí, hay que tener voluntad de hacer, y quien la tiene, no hay quien lo pare”. Sin duda para ser maestro no sólo hay que saber sobre la materia, sino entregar un modo de vida a sus alumnos. Nazario Martín no sólo enseña, con él se aprende en cada paso, por eso es un buen maestro, dentro y fuera del aula.
La Asociación de Antiguos Alumnos toma un nuevo impulso bajo la denominación Alumni Gredos-GSD, para ser un punto de encuentro, intercambio de experiencias, entre antiguos alumnos, profesores y la institución GSD. Tenemos mucha ilusión y ganas de VOLVER A ENCONTRARNOS.