Desde la distancia estuvimos con ellos en cada metro de la piscina, nos emocionamos con ellos y son un orgullo para todo GSD. Nico y Jimena nos cuentan desde dentro su experiencia olímpica.
Jimena: Allí se respira deporte.
Después de su experiencia, Jimena Pérez Blanco, tardó una semana en ser realmente consciente de que había estado en unos Juegos Olímpicos. Había vivido su sueño.
Cuando regresó a España, lo primero que hizo fue dormir, contar sus vivencias a la familia y contestar a sus redes sociales, a las que había tenido abandonadas durante su estancia en Tokio. Retomó su carrera de Psicología, que compagina desde hace años con sus entrenamientos en el Club de alto rendimiento en Barcelona. Se levanta a las cinco de la mañana, se sumerge en la piscina a las seis y a eso de las nueve empieza sus clases en la universidad. Aún le queda tiempo para socializar el fin de semana, aunque lo que ella prefiere, es tener tiempo para ella, “estar a solas conmigo y luego con el resto de la gente”. “Quizá es algo que me ha enseñado este estilo de vida junto con la pandemia: vivir en una residencia con muchas personas y no poder salir me ha provocado la necesidad de querer intimidad”.
Jimena tiene 24 años, pero por su forma de hablar parece más mayor. Comenta que se fue de casa con 16 años y que el destino decidió por ella. Su objetivo estaba puesto en los Juegos Olímpicos de Tokio, por lo que se dedicó en cuerpo y alma a entrenar duramente en el club de alto rendimiento de Barcelona. Tras haber cumplido su sueño, ha decidido dar más importancia a su carrera de Psicología eso sí, sin dejar de entrenar para los Juegos Olímpicos de París.
Cuando nombras a GSD Moratalaz, donde empezó sus primeros nados a braza en la piscina del colegio, se acuerda de Isidro y David, sus “padres acuáticos”, quienes dice le enseñaron los valores que posee y que nunca perderá. Menciona a Gredos San Diego como “su casa” y si tuviera que aconsejar a los niños que hoy empiezan como ella hizo en su día, les diría que “disfruten y que se apoyen en alguien ya que eso no les hace débiles… la natación no es un camino de rosas, pero nunca estás solo. Con constancia y pasión, se llega”.
Tiene un currículum repleto de premios y Jimena, en lugar de mencionar su favorito, prefiere recordar los aplausos de la gente que la anima desde las gradas. Durante su experiencia en Tokio ha aprendido que lo primero es el amor propio. “Cuando confías en ti, todo funciona”.
Nico: La experiencia olímpica.
“Cuando saqué la cabeza del agua sólo podía sonreír. Ya lo había hecho todo”. Llegó a la final y quedó en octavo puesto. “Estaba contentísimo por haber llegado hasta ahí”. Nicolás García Saiz, “Nico”, se mueve como pez en el agua. Ya lo hacía desde 2º de Primaria en la piscina de GSD Moratalaz, ahora pequeña para él, después de competir en los Juegos Olímpicos de Tokio, pero a la que volvería siempre para sentirse como en casa.
No se lo podía creer cuando le dijeron que tenía la mínima clasificatoria para unos Juegos Olímpicos, es decir, acababa de conseguir todo lo que cualquier deportista sueña alguna vez. “Pensé que algo estaba mal, aún me cuesta creerlo”.
Con tan sólo 19 años, Nico se dirigía a Tokio el pasado julio con todas las ganas e ilusión por participar en unos Juegos Olímpicos; esos de los que había oído hablar tanto durante los meses previos de entrenamiento y que, según dice, nada tienen que ver con lo que “vemos por la tele”. “Si no lo vives no puedes hablar de ello. Allí me encontré en el ascensor con Pau Gasol. Comes con los atletas más grandes del mundo; te cruzas con gente de alto nivel por la villa. Es como una miniciudad: hay autobuses, gimnasios, salas de recreativos… no te aburres”.
Pasan los días entrenando y cuidando la alimentación hasta que llega el gran momento. Y ese día, todos están nerviosos menos Nico, que se dirige a la piscina “muy tranquilo y concentrado”. Dueño de sus emociones, recibe un mensaje de ánimo por parte de su familia.
En el momento en el que nuestro nadador se sumergió en el agua, la piscina le pareció “enorme”; en ese instante agradeció que no hubiera público debido a las medidas de seguridad, porque así no da tanta impresión. Nico cuenta que había entrenado tanto para esa ocasión que su participación fue casi automática. En ese momento no pensaba en nada, salvo cuando, a punto de llegar, él mismo se daba ánimos hasta tocar con la punta de sus dedos el final del recorrido donde te abandona toda la presión.
Hoy, el día a día de Nico comienza a las cinco de la mañana cuando se levanta para entrenar. Tras horas bajo en agua, donde parece ser su medio natural, estudia inglés y se prepara para, en unos meses, irse a Estados Unidos. Allí, empezará su carrera de diseño de interiores gracias a la beca que le ha concedido la Universidad de Virginia Tech, donde compatibilizará sus estudios de arquitectura con los entrenamientos de natación para competir en los próximos Juegos Olímpicos de París, “y lo que venga, porque cada vez me lo creo más. Ya sí que me lo creo”, afirma.
Ya no es el niño que empezó en GSD, aunque en su fuero interno sigue siéndolo. Cuando viene a “su casa” le reciben con mucho cariño y los alumnos del club de natación le piden algún que otro autógrafo. Si tuviera que dar algún consejo a alguno de estos pequeños nadadores, Nico les diría que “tienen que ser constantes. Los entrenos poco tienen que ver con nadar en la piscina de tu casa. Hay veces que sientes que no puedes más ni física ni mentalmente, pero hay que luchar por ello y además hay que aprender a disfrutar de todo ello”.
Hemos visto crecer a Nico dentro y fuera de las aulas; le hemos visto disfrutar en las piscinas como pez en el agua, pero lo que nos ha emocionado de verdad, es ver cómo un joven de 19 años, con la cantidad de premios que lleva a sus espaldas, respira tanta humildad e ilusión, y que lo único que quiere es mejorar cada día.
“Durante mi estancia no hice caso al móvil, pero ante de competir sí que vi el mensaje. Me desearon suerte. Me dijeron vete a tope y lo que tu puedas, nadie te exige nada, da tu mejor versión, lo que sale ha salido. Siempre me dan muchos ánimos”.
Sean Kelly
Director Nacional de Rendimiento de la Real Federación Española de Natación (RFEN), nos da su visión sobre la experiencia olímpica a través de una entrevista.
¿Qué cualidades debe poseer un nadador para competir a nivel nacional e internacional?
Hay muchos niveles internacionales diferentes y, tanto los principiantes como los más experimentados, compiten en ellos. La diferencia entre la participación y el podio es enorme. Los nadadores tienen que poner el listón muy, muy alto para alcanzar los primeros puestos en competiciones, los mundiales o las olimpiadas.
¿Qué te enseña este deporte a nivel personal?
Durante mi trayectoria he tenido la oportunidad de aprender de muchas personas. Ahora mismo, de quien más aprendo es de los nadadores, ya que, observando y escuchando lo que dicen, me enseñan cómo sacar lo mejor de ellos.
En el pasado aprendí mucho de grandes entrenadores; junto a la piscina escuchando la forma en que se comunicaban, aprendí sobre todo a ser entrenable por mí mismo y querer aprender más cada día.
¿Cómo valoras la trayectoria de Nico y Jimena?
Tienen trayectorias diferentes, pero si miras más allá, lo más importante es que los dos tienen la posibilidad de ser aún mejores y todavía tienen muchas cosas en las que pueden trabajar. Eso significa que su recorrido es todavía enorme.
¿Cómo valoras la contribución del Club Deportivo GSD a la natación en España?
Poner un deportista en la final olímpica es un gran logro para cualquier club ¡queremos ver más, por favor!
¿Qué consejos das a los niños y niñas que comienzan en esta disciplina?
Divertíos nadando rápido y con una gran técnica.