¿Qué niño no se alegró el día en que se anunció oficialmente que dejaríamos de asistir a clases? Así fuera solo una medida preventiva, recuerdo lo emocionados que estábamos mis amigos y yo por las nuevas clases online, claro que ninguno nos imaginábamos la gravedad de la situación ni en lo que esta desembocaría.
Recuerdo que, ya confinados, pasamos un par de días sin hacer nada, ya que los profesores debían organizarse. Sin embargo, lo hicieron bastante rápido y, como a los tres días, ya nos habían explicado la nueva forma de dar clases a través de la plataforma Teams, con la que la mayoría estábamos familiarizados.
Estuvimos recibiendo clases online hasta las vacaciones, que se hicieron eternas, pues también las pasamos confinados.
Durante ese tiempo pude darme cuenta de la gran diferencia de las clases online y las presenciales; cosas tan sencillas como prestar atención resultaba mucho más difícil y a los profesores se les dificultaba resolver dudas. Además, a pesar de que todos solíamos conectarnos, casi nadie participaba en las clases.
Esas y muchas otras cosas me hacían echar de menos las clases presenciales, por lo que, como era de intuir, me alegré mucho al enterarme de que volveríamos al colegio. Los primeros días fueron raros, no solo nos habíamos desacostumbrado al ritmo que llevábamos antes del confinamiento, sino que los horarios habían cambiado y se habían implementado nuevas medidas de seguridad. Claro que gradualmente fuimos readaptándonos y aceptando esta nueva “normalidad”, pero tomó varias semanas. En lo personal, lo más difícil ha sido mantener la distancia de seguridad con los demás, ya que, al haber pasado tanto tiempo sin ver a mis amigos, me entraban muchísimas ganas de abrazarles.
Actualmente, la forma de asistir a clases sigue siendo algo incómoda pues no es la completa normalidad que vivíamos (las mascarillas dan mucho calor y dificultan entender lo que otros dicen, extrañamos el trabajo cooperativo, etc.), pero resulta bastante más efectivo que las clases online y nos hace pensar que estamos un poco más cerca de poder volver a lo que era antes.
Camlia Poza
4º ESO GSD Las Suertes
