Julio Fernández. Director UTE Senda Natura y Coordinador del Programa
Hace ocho años se me encomendó coordinar el programa de “Formación, Promoción, Dinamización y Divulgación Ambiental en la Reserva de la Biosfera de la Sierra del Rincón”, no conocía ese territorio, nunca lo había visitado, solo tenía en mi lista de cosas pendientes visitar el Hayedo de Montejo.
En estos años de trabajo en la Sierra he conocido entornos y personas singulares y he tenido el privilegio de disfrutar del ambiente serrano, algo de lo que ya pocos tienen oportunidad.
Echando la vista atrás, he seleccionado de cada municipio de esta Sierra del Rincón esos entornos y lugares que me evocan una mayor emoción y que ya están grabados para siempre en mi corazón junto a los más significativos e importantes de mi vida.
Horcajuelo de la Sierra
Además de su núcleo urbano, muy bien conservado, su museo etnográfico evoca la forma de vida serrana ancestral y, a los que ya tenemos cierta edad y procedemos de ambientes rurales, nos hace recordar a nuestros abuelos y su forma de vida. Encontramos en él la representación de una vivienda tradicional y los utensilios para el trabajo en el campo y para oficios prácticamente desaparecidos o que se realizan ya con menor esfuerzo para el ser humano, como la fragua. Viendo la cuadra, el “hogar”, las diferentes estancias para la familia y el ganado, tan importante para su subsistencia, siempre he evocado experiencias personales en el entorno rural donde tengo mis raíces.
La Hiruela
Su pequeño núcleo urbano, considerado como uno de los más bellos de España, compuesto de dos calles principales, nos hace retroceder en el tiempo. Cualquier paseo por él se puede completar con la visita al antiguo molino harinero y el colmenar tradicional que también nos evocarán los tiempos en que estas actividades eran fundamentales en la dieta de los lugareños.
La vista de La Hiruela desde la terraza de su plaza, con la dehesa frente al entorno urbano, es un cuadro que se graba en nuestra retina y que recordaremos con nostalgia, con la alegría de haberlo conocido, el anhelo de volver y el deseo de que se conserve intacto.
Madarcos
Como recién llegado a la Reserva del Rincón, aún pendiente de su aprobación definitiva por parte de la UNESCO, mi relación con su territorio ha sido menor que con el resto, en términos temporales, pero sí tengo mi “cuadro”, mi rincón. Un paseo por el especial bosque de ribera del rio Madarquillos, que nos transporta a cauces cuidados y con una buena conservación de fauna y flora.
Montejo de la Sierra
En este caso, no hay duda: su hayedo, el hayedo de todos los Montejanos y del que presumen con mucha razón y, en algún caso con vehemencia, ya que es el patrimonio de sus antecesores y sus singularidades hacen que su valor, en todos los sentidos, sea incalculable.
En este caso, mi foto es más una película atemporal. Tengo muchos “cuadros” del hayedo en rincones y estaciones diferentes. Todos los guardaré para siempre y cuando he tenido el privilegio de pasear en soledad, he pensado que esos grandes árboles centenarios, hayas, robles, etc., me podrían contar tantas y tantas historias acaecidas entre ellos y de tantos personajes, que me quedaría perplejo.
Prádena del Rincón
El cuadro de Prádena es en 360º desde la Laguna del Salmoral, donde he disfrutado de una visión amplia de toda la orografía de la Sierra del Rincón y del Macizo de Guadarrama. Todo en su entono, que lleva al sosiego y la tranquilidad, ha sido en alguna ocasión mi lugar de reflexión, donde mirar atrás y hacer un alto en el camino en momentos que era necesario hacerlos.
Esa visión del puerto de Puebla, del de La Hiruela, el Pico de la Miel en La Cabrera y el resto de altos de Guadarrama, nos hace tener una visión amplia de este territorio que nos minimiza en el entorno y nos hace plantear lo minúsculo de nuestra existencia ante estos macizos tan longevos.
Puebla de la Sierra
Además del valor de su “Valle de los Sueños”, en mi retina tendré siempre la vista desde su plaza, donde se ubica entre otros edificios, la Casa Consistorial, la posada, y en dirección a Peña La Cabra, toda su ladera, donde pinos y robles se entremezclan dotando al “cuadro” de diferentes tonalidades verdosas.
Puebla y su entorno, su dehesa boyal con robles centenarios que en invierno y sin hojas parecen auténticos esqueletos bregando contra las duras inclemencias meteorológicas de esta Sierra; es un pueblo donde el silencio suele acompañarte sin necesidad de buscarlo y donde la paz te acompaña en calles, montes, caminos y dehesas.