Una empresa en la que puedes “crear lo que te imaginas y cortar el acero como mantequilla”, es lo que ha puesto en marcha, con tan solo 24 años, Carlos Goldarbeiter, antiguo alumno de GSD International School Buitrago. Tiene entre sus clientes a empresas del sector aeronáutico o ferroviario, pero también a personas que quieren hacer una pieza a medida para su moto. En Belli, su empresa, es capaz de desarrollar todo tipo de proyectos en un sector tan imprescindible para la industria, como desconocido para el gran público.
Les envían un plano o un diseño en tres dimensiones por ordenador, a veces ni siquiera tienen plano, un cliente les lleva otra pieza para reproducir, un dibujo en papel o, incluso, les dan indicaciones para dibujar la pieza en 3D. Primero compran el material en bruto, que puede ser plástico, aluminio, acero, cobre o piedra, programan la máquina y esta se encarga de cortar el material y esculpirlo. En definitiva, mecanizan la pieza dándole la forma que el cliente quiere. Es un diseño único y, aunque pueda parecer inaccesible económicamente, es una producción bastante asequible.
Carlos ha trabajado desde los catorce años. Uno de sus trabajos fue en una tienda de bicis, en la que comenzó a trabajar por su afición al ciclismo desde niño. En ella se encargaba de arreglar las piezas pequeñas… desde entonces no se ha separado del acero, de los tornillos y de las herramientas. Cuando estaba buscando su camino en lo que a lo laboral se refiere como tantos jóvenes, encontró el Grado Superior de Programación de la Producción en la Fabricación Mecánica y vio que en este campo podía estar su futuro.
Nos habla de sus profesores, a los que describe con una frase rotunda: “siempre están ahí para ti incluso cuando acabas los estudios”. Carlos sigue colaborando con el colegio, ahora formando a un estudiante que está haciendo prácticas en su empresa.
Afirma no tener un horario fijo, pues trabaja por proyectos que tienen que adaptarse a los ritmos de sus clientes y, ser emprendedor y dueño de una empresa, exige una gran responsabilidad. Aun así, estudia el grado de Ingeniería Industrial en la UNED y tiene tiempo para el ocio y sus quehaceres personales.
“Fue arriesgado abrir en plena pandemia, pero también fue nuestra estrategia. La inversión inicial era muy cara y la crisis, por desgracia, supuso el cierre de algunos talleres cuyo trabajo pudimos asumir nosotros. Aprovechamos la oportunidad cuando se presentó. Hay muy pocos mecanizadores en Madrid, por lo que nos está yendo bien y nos estamos abriendo a muchos sectores como el de la aeronáutica”.
Ahora quiere animar a otros a seguir sus pasos, sabe que su profesión tiene futuro, y nos habla de las oportunidades en un sector en que no hay suficientes profesionales para cubrir las necesidades de las empresas.
“Mi deseo es que esto sea una rueda y al final todo vaya creciendo y cada vez seamos más. No sé porqué los jóvenes no se animan a estudiar lo mismo que yo, quizá el nombre del ciclo formativo no ayude (Producción de la fabricación mecánica), pero han sido dos años en GSD Buitrago de lo más enriquecedores. Es un oficio asegurado”.
Mi deseo es que cada vez seamos más en esta profesión