Primer premio

“Cuando la tierra escupió fuego”

Celia Soto Navarro

“Los afectados han sufrido una pérdida patrimonial”, “La Palma obligó a confinar a 33.000 personas en la isla”, “los recuerdos que quedaron sepultados bajo un manto de ceniza” … Parece que ha habido muchos afectados, puede que no estuviesen preparados para recibir lo que ellos dan.

Existo desde hace veinte millones de años, las personas han querido ir habitándome, han ido creando su propio espacio para vivir, donde ya estaba viviendo yo. Han elegido situarse a los pies de mi ladera. Al principio no me importaba, hasta que poco a poco empezaron a marcar más y más territorio, y no precisamente de la mejor manera.

Había días en los que no podía respirar, crearon como una capa negra alrededor de mí, era un color muy desagradable y no lo soportaba. “En el año 2018 más de 13.340 toneladas de CO2 fueron producidas en la isla de la Palma”, tal vez por eso me costaba respirar.

Hace muchos años lo que más me gustaba de mi gran altitud eran las vistas, mi visión de todo el océano era de las cosas más bonitas de este mundo, aunque últimamente lo noto un poco cambiado para mi gusto. “Los fluidos contaminantes del vertedero de San Reus han acabado en varias ocasiones en aguas de la bahía de la Palma”, puede que por eso lo estuviese viendo sucio.

Otra cosa más es que, a mi como buen volcán que soy, me encanta el calor, de hecho, estoy muy caliente por dentro, pero a lo mejor las personas no saben que solo me gusta el calor interior, no el exterior. Hay veces que me queman, mi color pasa a ser negro, y me hacen tanto daño que me rompen, hasta el punto de no poder presumir de mi gran belleza natural. “La isla de La Palma registró en el año 2020 un total de 22 emergencias por incendio forestal, afectando a más de 2.000 hectáreas”. Siento que cada vez pasa más a menudo.

Tengo que decir que todos estos años no he estado tan solo como piensan, he tenido mucha compañía. Como es complicado llegar hasta lo alto para hablar conmigo cara a cara solo podían llegar las hermosas aves que habitaban en mi isla, verdes como la vegetación, pequeñitos como un colibrí, el verderón de trías era de mis mejores amigos, me ayudaba a remover el aire sucio para respirar mejor, me cantaba canciones por las mañanas para alegrarme el día, me hablaba sobre como viajaría a otras islas y me traería recuerdos de allí, ya que mi movilidad era nula. Estuve constantemente con él, hasta que un día no volvió, añoré hasta el último momento ese verde que le caracterizaba, todas sus alegrías, y ya no vino nunca más, le sigo esperando desde aquí arriba. “El Verderón de Trías podría haberse extinguido en el Holoceno cuando llegaron los primeros humanos a las islas Canarias acompañados de gatos y ratas”. Otra vez ellos, aunque puede que lo hicieran sin querer. Tanto tiempo he tenido para estar pensando, echando de menos, añorando cosas de antes, que me he dado cuenta.

Me he dado cuenta de que todo era mejor antes de que llegasen, me he dado cuenta de que contaminan demasiado, me he dado cuenta de que hacen daño a mis amigos, les destrozan sus casas, sus vidas, para crearse ellos después la suya, me doy cuenta de que no puedo hacer nada para detenerles, o tal vez sí…

DOMINGO 19 DE SEPTIEMBRE DE 2021, ERUPCIÓN DEL VOLCÁN CUMBRE VIEJA, “PRIMERA VÍCTIMA MORTAL POR EL VOLCÁN DE LA PALMA”,

Lo detuve, los detuve, hice que frenasen, les impedí avanzar, lo hice. Simplemente por el hecho de que me quitasen todo lo que quería, no solo a mí, a mi familia, mis amigos, y lo que una vez fue mi hogar. En lo que ahora se ha convertido, es un lugar en el que he dejado grabada la huella del dolor causado. Aprovechando esta ocasión he querido ir hacia el mar, para verlo desde otra perspectiva, desde otro lugar diferente. No causé víctimas por mi paso, porque la naturaleza no es así, ella quiere la vida, de todos, malos o buenos, ateniéndose a ciertas consecuencias.

MARTES 13 DE DICIEMBRE DE 2021, “EL VOLCÁN FINALIZA”.

Probablemente haya supuesto un inconveniente a muchos humanos, pero tienen que darse cuenta de que no son los únicos que habitan lo que una vez fue este lugar.

Segundo premio

El desastre de Aborá

Manuel García Llanes

Era un día normal, en la isla de La Palma.

El sol brillaba, los niños iban al colegio, los adultos trabajaban, los ancianos disfrutaban de su jubilación y la Isla Bonita despertaba como cualquier día de finales de verano.

Aunque hacía unas semanas que las noticias hablaban de estudios geológicos, tremores y movimientos sísmicos. El día 19 de septiembre de 2021, a las dos de la tarde y atendiendo a un exhaustivo seguimiento geológico el volcán de Cumbre Vieja erupcionó, manteniéndose activo 85 días.

Durante ese mes y medio de actividad, la erupción ha destruido cientos de hectáreas de isla y ha modificado el destino de cientos de vidas, contribuyendo intensamente a la historia geología del archipiélago canario y de nuestro país.

Pero no todo es ciencia.

Cuentan los ancianos de Todoque que siempre que estos infiernos se desatan es por una causa divina que tras unos meses de investigación he logrado resolver y aquí os comparto.

Rodrigo González, el “Ermitaño”, era un extraño vecino de Todoque, sin amigos, ya que era muy poco sociable, ni familia conocida, ya que decían que el mar lo había traído hace años a la isla desde el horizonte.

Rodrigo, llevaba algunas semanas enfermo, luchando en soledad contra infecciones, y otras complicaciones médicas. A su terrenal cuerpo ya no le quedaban más fuerzas para seguir respirando y aquella mañana de septiembre, sin que ningún periódico se hiciera eco de ello, ni nadie derramara una lagrima por su muerte, Rodrigo falleció, en una casa humilde de la calle del Camino Real.

Rodrigo no era un hombre cualquiera, y su familia era más conocida de lo que todos sus vecinos hubieran pensado. Acaba de fallecer, Rodrigo González, el último descendiente del dios Abora, dios supremo del sol de los aborígenes canarios.

Aunque en la tierra de La Palma la triste enfermedad y desaparición de Rodrigo se resolvió con unas cuantas recetas, certificados y ceremonias de duelo, en el cielo de La Palma, Aborá llevaba semanas preocupado y sufriendo por la soledad y desatención que su último descendiente estaba padeciendo.

Y aunque Aborá había estado sumido en el silencio los últimos eones, la inmensa tristeza que la muerte de Rodrigo le provocó, tornó su corazón bondadoso en ira y tal fue su enfado que reventó la cumbre de la bella isla, haciendo erupcionar el volcán del Cumbre Vieja.

Sin el orden y la bondad propiciada por Aborá, el cielo de La Palma se vio sumido en la oscuridad, los demonios y los espíritus responsables del mal se hicieron fuertes y dirigidos por Iruene, diosa maligna del alma, aprovecharon el enfado y descuido de Aborá, para liberar a Guayota, dios del infierno, condenado desde antiguo a vivir castigado bajo el Teide.

Guayota incandescente dañino y sin posibilidad de escapar por el Teide, empezó a salir por las bocas cercanas al volcán de Cumbre Vieja contribuyendo a la destrucción sin piedad.

Mientras tanto en la tierra de la La Palma, hombres y mujeres sacaron lo mejor de ellos, esforzándose por ayudar a los más perjudicados, rescatando enseres y protegiendo cosechas. Se improvisaron viviendas en hoteles, colegios en gimnasios y se abrieron cientos de vías de

ayuda, y esa generosidad y solidaridad humana hizo desaparecer la ira del corazón trasformado de Aborá.

Libre de ira y que consciente de su error, Aborá comenzó a luchar contra Guayota para así poder recuperar la luz y la vida.

Durante 85 días, las gentes que habitaban la isla de La Palma escucharon rugir la tierra, sintieron poderosas explosiones y vieron escupir fuego y piedras por la boca de Cumbre Vieja.

Tras días y noches de completa oscuridad, explosiones y temor, se hizo el silencio… ¡y Guayota fue de nuevo sometido a vivir bajo el suelo del archipiélago, volviendo a brillar la luz en el cielo de La Palma!

Los guanches lo celebraron con gran alegría y desde entonces el Maligno sigue viviendo en las entrañas del volcán sin poder escapar de su interior. Únicamente puede olerse su fétida respiración al acercase a las cumbres ya apagadas de La Palma.

Aunque todos conocemos las razones por las que se produce un volcán y los avances tecnológicos y científicos han permitido, en esta ocasión, vigilar la evolución de este desastre natural, ¿quién puede saber si algún día Guayota lograra la fuerza para volver a escaparse de su cárcel?

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