Hace poco más de un mes que arrancó este nuevo curso y ya hemos olvidado la vacaciones; aquel tiempo, que vemos tan lejano, en el que los días nos regalaban las horas enteras para nosotros, para nuestra familia, para nuestros hobbies.
Todos los que componemos la comunidad educativa de Gredos San Diego amamos nuestra profesión, todos hubiésemos firmado, en nuestra época de estudiantes, la oportunidad de trabajar dónde lo hacemos; de pertenecer a una institución que, con sus casi 40 años de historia, se ha convertido en todo un referente en el mundo de la Educación en la Comunidad de Madrid y, por extensión, en España.
Sin embargo, a todos, a todos, nos costó empezar el curso, volver sacrificar horas de sueño para corregir, fines de semana para hacer programaciones y tardes enteras buscando recursos en nuestro aparente descanso.
Para comenzar a movernos, para que el hábito haga más liviano el esfuerzo diario, la voluntad es el motor de arranque cada primero de septiembre.
En estos días conocíamos la noticia que, no por esperada dejaba de ser conmovedora, que nos anunciaba el propio Rafael Nadal, Rafa para todo el mundo. Era la retirada del vivo ejemplo de la voluntad elevada a la máxima potencia, la que ponía en cada zancada, en cada golpe, en cada saque, en cada grito, en cada punzada de dolor silenciado.
Cristina, Jefa de Estudios de Primaria, nos hablaba en el primer Claustro de una palabra con un significado paralelo: actitud.
La Voluntad empuja, la actitud despega.
Tenemos lo oídos muy acostumbrados (es una forma muy suave de escribirlo) a escuchar los términos motivación, refuerzo positivo, innovación, recursos… y muchas veces se nos olvida que el aprendizaje es un ejercicio que requiere de una necesaria voluntad positiva del que aprende, porque exige un cambio intelectual que no llega solo y necesita una actitud proactiva en el desarrollo de su conocimiento. Y la voluntad se trabaja, se mejora, se desarrolla, como cualquier otro aspecto de la personalidad y, sin ella, el niño y el mayor se apagan, el ser se hace dependiente y sus logros, si existen, nacen de otros, lo cual les lleva a una inmensa infelicidad y falta de ilusión.
Por otro lado, la actitud, es la que nos lleva a la búsqueda de la perfección, a la alegría de hacer las cosas bien porque sí, porque mola ver el trabajo bien hecho, porque una palabra agradable hacia un compañero o hacia una persona que conviva contigo nos hace mejor a todos, empezando por uno mismo, porque cuando hay que decidir entre dos personas con la misma capacidad y formación, siempre gana el más majete.
Víctor Hugo decía: “A nadie le faltan las fuerzas; lo que les falta es la voluntad” y si no, que se lo digan a Pablo Castrillo cuando, a sus 23 años, ganó dos etapas épicas en la Vuelta a España de este año; allá, cuando el curso comenzaba para nosotros y su ejemplo nos mostraba, a más de uno que ya le doblamos ampliamente la edad, la voluntad para comenzar.
Escrito por Javier Corral – Subjefe de estudios de Educación Primaria