Las Redes Sociales crean adicción. La búsqueda de popularidad y aceptación ajena han provocado en los jóvenes, un aumento en las tasas de ansiedad y depresión del 70% en los últimos cinco años.
EstĆ” claro que la tecnologĆa va ganando presencia en nosotros. Nos vemos chateando con todos y haciendo nuevas amistades online, persiguiendo el āme gustaā de alguien que no conocemos, subiendo nuestro dĆa a dĆa en fotos donde todos pueden verlas⦠todo parece como si nos conectĆ”ramos con el mundo, pero en realidad, estamos entrando en un universo irreal que nos aleja del que verdaderamente tenemos.
A la generación Z (nacidos despuĆ©s del aƱo 2000) se les llama ultra nativos digitales porque desde su niƱez ya existĆa Internet. La media de edad en la que el niƱo o niƱa tiene un telĆ©fono móvil se sitĆŗa actualmente en los diez aƱos por lo que, el desarrollo de su intelecto estĆ” condicionado por la información audiovisual e interactiva. AsĆ, no sólo no tienen rechazo a la tecnologĆa, sino que comienzan a aparecer adictos a la red. SegĆŗn los Ćŗltimos datos de la consultora de tecnologĆa Global Web Index, EspaƱa es el sĆ©ptimo paĆs del mundo mĆ”s adicto a las redes sociales.
Por su parte, la Asociación de Publicidad y Comunicación Digital en EspaƱa afirma que, el 87 por ciento de los internautas de entre 16 y 65 aƱos utiliza Redes Sociales (RRSS), lo que representa casi 26 millones de usuarios en nuestro paĆs. Los mĆ”s jóvenes (16-24 aƱos) son los usuarios que utilizan mayor nĆŗmero de redes a la vez.

Esto trae consigo que muchos adolescentes se expresen mejor por WhatsApp y Facebook que hablando cara a cara; de hecho, ha salido publicado que el 87 por ciento de los adolescentes prefiere el contacto por mensaje que en persona. A esto se le llama phubbing, y significa ignorar a la persona con la que estamos como consecuencia de la utilización de cualquier dispositivo conectado. Hoy en dĆa los jóvenes no se acercan a la gente en la calle, pero sĆ que aceptan a cualquiera que anda en la red. Les hace felices que gusten sus publicaciones de Instagram o que las retuiteen; pero si no gustan se hunden en la tristeza.
En la mayorĆa de los estudios que se han hecho sobre Redes Sociales se vislumbran aspectos negativos bastante alarmantes. El abuso de las RRSS ha mostrado una asociación con la depresión, dĆ©ficit de atención, insomnio, una disminución en el rendimiento acadĆ©mico, problemas psicosociales y una baja capacidad de habilidades sociales, entre otras cosas.
Este artĆculo no trata de demonizar las Redes Sociales, pues son herramientas de entretenimiento, herramientas para relacionarse y comunicarse, y, en muchos casos, herramientas de trabajo.
La clave estĆ” en poner lĆmites para que los internautas hagan un uso y no un abuso de ellas.
El problema fundamentalmente reside en la vulnerabilidad del adolescente porque se encuentra en un proceso de creación intelectual. En los ultra nativos digitales se puede observar que prestan mÔs importancia a la opinión ajena que a la propia; es tanta la importancia que dan a las redes que, si no pertenecen a alguna, no se sienten parte de la sociedad, lo que conlleva un riesgo para la construcción de dicha identidad.
AdemĆ”s, el anonimato puede llevar a conductas inadecuadas. Algunos adolescentes lo aprovechan para expresarse a travĆ©s del āpensamiento habladoā (decir lo que se piensa sin filtrar), y no se dan cuenta de cómo puede afectar lo comentado, especialmente si es un contenido negativo y se propaga a la velocidad de la luz. Esto se suma, ademĆ”s, a que algunos jóvenes tienen dificultades para diferenciar el contenido pĆŗblico del privado. Es importante pues que, al comunicarse, relean lo que quieren transmitir, reflexionen, y controlen sus impulsos.
Debemos concienciar sobre el peligro de la exposición pĆŗblica de los datos personales. Los internautas tienen que ser capaces de identificar aquellos datos que son sensibles y saber que escribir en el āmuroā de un amigo no es lo mismo que mantener una conversación en privado. Hay que tener en cuenta que ālos amigos de los amigosā no siempre son tambiĆ©n āamigosā, y que lo correcto es solicitar permiso para etiquetar a alguien en las fotos que se publican.
SegĆŗn el Ćŗltimo estudio del Ministerio del Interior, el usuario tĆpico adolescente tiene unos 300 amigos en Facebook y unos 80 seguidores en Twitter. El 91 por ciento publica fotos en las que aparecen ellos mismos; el 92 por ciento su verdadero nombre; el 84 publica sus intereses, el 71 información sobre su colegio y localidad, el 53 por ciento publica su email, y el 20 por ciento su nĆŗmero de telĆ©fono.
Los riesgos mƔs comunes
De entre los peligros a los que nos exponemos con las Redes Sociales, la ciberadicción es la mĆ”s frecuente. EstĆ” relacionada directamente con los sentimientos, y consiste en la pĆ©rdida de control sobre el uso de Internet. Las redes incitan a sus usuarios a captar con sus datos al mayor nĆŗmero de contactos posibles, y estos a su vez, a mĆ”s usuarios. Este entramado de información es como una telaraƱa que se va haciendo cada vez mĆ”s y mĆ”s grande, y cuanto mĆ”s crece, mĆ”s gente estĆ” enlazada, mĆ”s āme gustaā tienen en sus publicaciones, y mĆ”s puntos tendrĆ”n para subir en el ranking de listas recomendadasā¦; ese incremento en el estatus va unido a emociones y sentimientos de satisfacción y bienestar. Se reafirman en su autoconcepto del yo, y cuando lo que buscan es el reconocimiento de los demĆ”s, pierden identidad propia, tienen miedo a ser ignorados, y el daƱo que se hacen en la visión de sĆ mismos tiene serias consecuencias para la salud mental.
Esto, llevado al extremo, puede provocar sucesos como el publicado hace un par de meses con la muerte de una niƱa italiana de diez aƱos que se asfixió siguiendo un desafĆo de la red social TikTok.
Otro de los peligros al que nos enfrentamos es el ciberbulling, que suele ser una extensión (virtual) del maltrato realizado presencialmente. Implica un daƱo recurrente y repetitivo, por ejemplo, con la publicación de una imagen, datos privados o cualquier información que pueda perjudicar o avergonzar a alguien. Sobre esto, uno de cada siete jóvenes ha sido vĆctima de alguna actuación por parte de alguien contra el/ella que le ha molestado.
Existen tambiĆ©n riesgos que se focalizan en el desarrollo de las relaciones superficiales con extraƱos, lo que aumenta la probabilidad de ser vĆctima de grooming y/o sexting. El grooming aparece cuando un adulto desconocido se gana la confianza del menor para abusar de Ć©l sexualmente. SegĆŗn datos del Ministerio de Interior, la mitad de los niƱos mayores de doce aƱos ha tenido algĆŗn contacto con alguien que no ha conocido cara a cara, porcentaje que se eleva cuando se trata de mayores de diecisĆ©is aƱos.
El sexting, por su parte, se produce cuando se comparten fotos de tipo sexual por medio de las redes, dejando expuesta la intimidad a la mirada pĆŗblica, con todas las consecuencias de este hecho. Preocupa saber que el 32 por ciento de los jóvenes encuestados reconoce haber enviado una foto, un vĆdeo o información personal a alguien que desconoce totalmente.
Con todo lo comentado y teniendo en cuenta que el desarrollo cerebral incompleto del adolescente le hace vulnerable y lo predispone a conductas de riesgo para aumentar su autoestima, resulta indispensable la prevención y formación en el buen uso de las Redes Sociales. Los jóvenes necesitan una guĆa y una educación en el desarrollo de la capacidad de autocontrol y autodirección en la red; deben ser conscientes del alcance y repercusión que tienen sus acciones, asĆ como la importancia de su identidad digital y del impacto que estĆ”n teniendo en sus vidas.
¿Autoestima a costa de likes?; y ¿cuÔntos likes vale un abrazo?, ¿cuÔntos likes a cambio de tu dignidad? ¿CuÔntos likes cuesta TU VIDA?.




