Finaliza el curso más especial que se ha vivido en muchos años, no solo en GSD, sino en cualquier colegio. Comenzamos con mucha incertidumbre, casi con miedo. ¿Cómo se ha desarrollado finalmente? Nos lo cuentan alumnos y profesores.
El 2020/2021 no solo ha sido raro, ha sido especial, distinto, complicado, esperanzador, solidario, duro, ejemplarizante… En fin, podemos ponerle cada uno nuestro adjetivo en función de cómo hayamos vivido este curso. Lo que sí es seguro es que hemos aprendido mucho y que, con el tiempo, hablaremos de un antes y un después de este curso.
Comenzó con incertidumbre, casi con miedo. Todos nos enfrentábamos a una situación diferente, pero lo que más se repite cuando hablamos con profesores sobre este curso es “responsabilidad”. Desde el día que empezaron las clases había que estar muy pendiente de las distancias, las mascarillas, la ventilación, la limpieza de manos y los geles hidroalcohólicos; una tos ponía en estado de alerta a todo el mundo.
Rodeada de papeles, libros, pruebas y bolígrafos Nuria Fontal, tutora de Bachillerato en GSD Las Suertes, nos confesó que este curso lo empezó con una mezcla de miedo y responsabilidad, mucha responsabilidad.
En esa línea se pronuncia también el director del Centro de Creatividad, Acción y Desarrollo Educativo CADË, Juan Luis Hidalgo, hablando de “eso que no se ve, pero se siente en GSD: cercanía, empatía y comprensión en todo el proceso de enseñanza. Todo esto que no se ve, es lo que nos ha dado fuerza en estos momentos, la comunicación continua de los tutores, la magia del PAS y la buena batuta de los equipos directivos; entre todos hemos conseguido que nada se pare”.
Juan Luis coincide con Nuria en el esfuerzo y la madurez de los alumnos, “nada de esto hubiera sido posible sin el ejemplo, la alegría y el esfuerzo de nuestro alumnado, que han respetado todas las normas cada día, cada hora, cada momento y, por supuesto, a las familias que han seguido confiando, no solo en nuestro proyecto, sino también en nuestro buen hacer”.
Todos, profesores y alumnos, sueñan con volver a la normalidad, recuperar el día a día anterior a la llegada del COVID-19. Volvemos a la sala de profesores donde dejamos a Nuria. Nos cuenta que, a pesar de cómo ha sido el principio de este curso “fue mucho más duro el anterior, el confinamiento. Eso sí que fue duro. De cualquier forma – asegura la profesora – a partir de ahora vamos a hablar de un antes y un después del COVID-19”.
Dejamos a Nuria con sus papeles y salimos de la sala de profesores. Al llegar a recepción en GSD Las Suertes, nos estaban esperando tres auténticos héroes: Bruno, Vera y Jaime. La primera pregunta fue a Bruno “¿cómo estás?” Sin sacar las manos de los bolsillos del pantalón de chándal y caminando a mi lado nos dijo “la verdad es que es un rollo esto del virus, es muy raro y aburrido”.
Sin todavía poder encajar la soltura y seguridad de Bruno, se nos acerca Vera, la más pequeña. Sin preguntarle nada nos dice “yo sé inglés”, y ¿qué más haces en el colegio?, pregunté, “¡Ballet!”. Al mismo tiempo que lo decía se puso de puntillas, un pie – el derecho- más adelantado que el izquierdo, y los brazos por encima de la cabeza juntando las manos palma contra palma. El movimiento fue tan rápido que sus gafas estuvieron a punto de salir disparadas; pero no se inmutó, mantuvo la postura imperturbable; incluso nos ofreció unos brevísimos pasos de puntillas. Para ella también es mejor “estar en el cole que en casa confinada; me aburro mucho” pero para Vera hay algo peor “es muy aburrido ir con mascarilla, estamos todos muy raros”.
Jaime, el mayor, ante la pregunta ya clásica de “¿cómo has visto este curso?”, fue claro y conciso: “raro, muy raro, no estaba acostumbrado. Durante los días que no iba al colegio, confinado, se dedicó “a practicar juegos de mesa, parchís, ajedrez… pero no es lo mismo que estar en el colegio”. Me demostró que no hace falta cumplir muchos años para tener la cabeza perfectamente “amueblada”.
Nos despedimos en el mismo lugar que nos encontramos, en la recepción. Un choque de puños, después de ponernos gel hidroalcohólico, y les vi desaparecer a los tres, camino de sus clases. Uno se enfrentaba a las “mates”, el otro a Educación Física y la más pequeña, Vera, como buena bailarina, se fue dando pequeños brincos y sujetando sus gafas; la diadema roja se sujetaba milagrosamente a su cabeza.
Encajan aquí a la perfección las palabras de Juan Luis Hidalgo “nos tenemos que quedar con la flexibilidad y adaptabilidad que han tenido nuestros hijos en los colegios que han sido ejemplos de comportamiento y disciplina. Y también con la imagen de nuestros adolescentes en casa, porque la mayoría no es lo que sale en los informativos”.
Todos tenemos la esperanza y la ilusión de que el curso 2021/2022 se parezca más a los que conocemos, que los más pequeños puedan usar los columpios y los toboganes, saludarnos como siempre, abrazarnos o que no solo se nos vea sonreír con los ojos.
Mientras tanto, no podemos más que sentirnos orgullosos de toda la Comunidad Educativa GSD, que haciendo un gran esfuerzo para que todos pudieran tener clases presenciales, se han adaptado a largos horarios con una sonrisa, a clases a diferentes horas y a todas las complicadas medidas de seguridad.
Cuando comenzó el confinamiento, empezamos a poner arco iris en las ventanas en los que ponía #yomequedoencasa y “todo va a salir bien”. Este año hemos podido ir al cole y, gracias a todos, ha salido bien.
Nos sentimos muy orgullosos de la comunidad GSD. Gracias a todos por vuestro esfuerzo y dedicación