Primer Premio – Mi máquina del tiempo y el espacio por Carlota Ribas Rivera

Hoy es 15 de abril de 2020. Estoy aburrida en mi habitación. Estoy cansada de ver la televisión y de jugar con la Tablet. Quiero vivir aventuras, conocer nuevos sitios y nueva gente. Estos meses de confinamiento, sin salir de cada, se me están haciendo muy pesados.

Cojo mi diario para escribir lo que siento y lo que está pasando. Cuando llevo solo unas pocas palabras, levanto la mirada y me doy cuenta que tengo delante de mí, mi librería.

Mi librería es como una máquina del tiempo y del espacio. Con mis libros me siento como en otro mundo, me puedo trasladar a muchos sitios, tan solo con abrir los ojos y leer.

Me fijo en un libro que no recuerdo haber visto antes. No tiene título y está forrado con un papel de flores y colores y tiene un perfume especial. Lo abro y de golpe todo me da vueltas, no siento el suelo y me da la sensación de que estoy cayendo, caigo, caigo y caigo…

De repente paro de caer, me doy un colpe y me pregunto ¿qué ha pasado?, ¿dónde estoy? Abro los ojos y me encuentro un montón de portales en forma de libro con su protagonista frente a él.

Veo el portal del Club de los Sabuesos, con Laurie llamándome para viajar a Egipto. A su lado están los Forasteros del Tiempo, con Sebastián Balbuena que me hace un gesto con la mano para que me acerque para viajar en el tiempo a Roma.

Alguien me toca la zapatilla. Es Gerónimo Stilton. Me pide que le acompañe al Reino de la fantasía. También se me acerca corriendo Tintín, con Milú a su lado, y me explica que va a hacer un largo viaje a Shangai para perseguir a unos traficantes y que después viajará por Arabia. No me decido con quién ir.

Me encuentro con Cleopatra, con Coco Chanel y con Marie Curie que dicen que las mujeres también pueden ser las protagonistas. Y también me saluda la Reina de los Besos que me recuerda que es más importante el amor que los regalos y que hay que disfrutar del tiempo con los que más quieres.

Veo también a Boris Makarenko, un niño ruso de mi edad que vive en Leningrado (ahora San Petersburgo). Me acerco a él porque lo veo triste. Rusia y Alemania están en guerra y en su ciudad caen bombas, se pasa hambre y frío. Necesita ayuda. Co nél está Nadia, su mejor amiga.

Aunque todos los viajes me parecen alucinantes, me decido por acompañar a Boris. Creo que es el que más me necesita. Así que le agarro de la mano y pasamos juntos por el portal. De repente siento un frío invernal. Me doy cuenta de una cosa importante: ¡¡¡NO LLEVO ABRIGO!!! En mi casa es primavera y en el libro estamos a veinte grados bajo cero y hace mucho viento.

Empezamos a caminar, y me caigo en la nieve. Cuando me levanto, me doy cuenta que hay muchas casa derrumbadas. La ciudad está llena de escombros por las bombas. Boris, a mi lado, me explica su plan para conseguir comida. Boris y Nadia llevan dos días sin conseguir comida. Vamos a ir al campo de batalla, allí donde antes crecían las patatas, ahora luchan los soldados. Esperan que quede algo de comer en esos campos.

Ya estaba anocheciendo, Boris me agarra de la mano y me lleva a un callejón donde está Nadia. De repente saca un trozo de ladrillo del suelo y nos metemos en un túnel. Al cabo de un rato subimos por una escalera y salimos a la superficie, en medio del campo de batalla. Está todo nevado y el viento en contra sopla todavía más fuerte. Nos caemos en la nieve. No podemos seguir, estamos agotados. Caemos, caemos… y aparecemos de nuevo en el portal de los libros. Solo ha cambiado una cosa. Ahora hay una gran mesa en el centro. Nos sentamos los tres en la mesa en la que hay un papel para cada uno. De repente escuchamos una voz que dice: “tenéis que escribir cómo queréis que termine la historia”.

Boris escribe que quiere vivir en paz, que su madre se cure y no pasar hambre. Nadia se dibuja a ella con toda su familia y yo escribo que todo lo que ha pasado en esta historia se quede dentro del libro y cada vez que lo abra pueda volverlo a vivir y tener ocasión de disfrutar de todas las aventuras maravillosas que se me ofrezcan en cada libro.

De repente aparece un portal nuevo con forma de casa uy suena otra vez la voz y me dice “gracias por ayudar a Boris, recuerda que el portal de los libros siempre está abierto para cualquier persona”. Me despierto, tengo el libro en mis manos. Huele a tortilla de patatas y oigo que en la televisión dicen que pronto dejarán a los niños salir a pasear a la calle. Pero yo acabo de hacer un viaje mucho más lejos y más emocionante.

Segundo Premio – El Camino de los libros por Daniela Suárez Jiménez

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí