Giner de los Ríos, junto a un selecto grupo de profesores e intelectuales y decenas de voluntarios, inició un movimiento renovador de la educación a través del contacto con la naturaleza. GSD, desde sus inicios, tomó este testigo, sumando ahora la gestión de los centros de visitantes del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.
Desde el 1 de noviembre y tras resultar adjudicatarios del concurso “Programa de funcionamiento de los centros de visitantes del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama”, GSD se encarga de desarrollar cuatro ambiciosos programas:
- Subprograma de ordenación del uso público, información y atención a los visitantes.
- Subprograma de sensibilización, educación e interpretación ambiental para el sistema educativo, educación no formal y para el público en general.
- Subprograma de iniciativas de dinamización de la economía sostenible local en el área de influencia socioeconómica del Parque Nacional.
- Subprograma de participación ciudadana y voluntariado.
La educación ambiental y la educación en valores es uno de los principales ejes del Proyecto Educativo de GSD, entendiendo que resulta imposible formar ciudadanos libres, críticos y responsables si no se avanza de manera decidida en el conocimiento del entorno natural y cultural de nuestro territorio.
El Proyecto Educativo de GSD se proyecta más allá de los muros del colegio. Continúa en la Vía Láctea (Casavieja, Ávila) y Sendas del Riaza (Valdevacas de Montejo, Segovia), donde año tras año nuestros alumnos han podido vivir experiencias inolvidables en contacto con la naturaleza.
GSD Educación, además de su vocación por la educación ambiental, tiene una profunda unión con la Sierra de Guadarrama, en la que se encuentran ubicados tres de sus centros: GSD International School Buitrago, GSD El Escorial y GSD Guadarrama. GSD, que nació en el madrileño barrio de Vallecas, es hoy parte de la Sierra.
La vinculación del Parque con el mundo educativo se remonta a las últimas décadas del siglo XIX. Momento en el que un reducido grupo de científicos e intelectuales impulsados por un espíritu de exploración e investigación desarrolló los primeros estudios cartográficos, geológicos, botánicos y faunísticos sobre la Sierra de Guadarrama, confluyendo con un movimiento de renovación pedagógica que impulsó el conocimiento y amor por la Sierra: la Institución Libre de Enseñanza.
A principios del siglo XX surgen las primeras sociedades deportivas y montañeras como la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara, el primer organismo que pidió, ya en los años 20, la declaración de Parque Nacional. Pero no sería hasta la década de 1930 cuando comienza la protección de la Sierra con la implantación, por ejemplo, de la figura de Sitio Natural de Interés Nacional (Cumbre, Circo y Lagunas de Peñalara, Pedriza de Manzanares y Pinar de la Acebeda).
Posteriormente, algunas de estas áreas protegidas fueron reclasificadas y surgieron otras nuevas figuras de protección, nacionales y comunitarias, que exceden los límites del Parque. Finalmente, el 25 de junio de 2013, el Congreso de los Diputados aprueba la Ley 7/2013 de declaración del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.
El Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama extiende sus 33.960 hectáreas por las provincias de Madrid y Segovia, de las cuales el 64% corresponden a la Comunidad de Madrid. Sin duda, uno de los afanes en la conservación de este patrimonio natural es, también, la capacidad de este para generar riqueza a sus habitantes y, por supuesto, de hacerlo de forma sostenible.
El trabajo en el conocimiento y cuidado de este entorno, tan imbricado con la naturaleza en la que está inserto, es el trabajo para conservar el patrimonio humano, sus modos de vida y tradiciones, desde los núcleos de población más vinculados a la capital en el oeste, hasta aquellas zonas más rurales del norte.
Resulta complicado elegir entre los múltiples valores ambientales que este Parque Nacional aporta a la Red de Parques Nacionales: sus bellos y reconocidos pinares de Pinus Silvestri, sus sistemas naturales de origen glaciar y periglaciar, sus quejigares y melojares, los pastizales de alta montaña de estepas leñosas de altura y cascajares.
Pero quizá sea “La Pedriza” una de sus mayores señas de identidad. La Pedriza constituye no solo un relieve singular de montaña, único en la Península Ibérica y de enormes dimensiones (3.200 hectáreas), donde el trascurso del tiempo y los agentes geológicos han modelado sobre el duro granito multitud de caprichosas formas que la imaginación humana no ha tenido dudas en bautizar con nombres tan llamativos como el Yelmo, el Pájaro, la Foca, el Camello, el Elefante y… cómo no, Canto Cochino, donde se encuentra el punto de información desde donde nuestros informadores proporcionan cada año los datos necesarios a los cientos de escaladores que se aproximan a disfrutar de las numerosas “vías” de este auténtico paraíso geológico.
Desde el punto de vista cuantitativo el Parque Nacional cuenta con más de 1.000 especies vegetales inventariadas, de las cuales 114 se pueden considerar de interés y 83 como endemismos. Más de 255 taxones representan la fauna vertebrada, con especies amenazadas como el buitre negro, el águila imperial o la cigüeña negra y otras tan llamativas como el pechiazul o el roquero rojo, a las que se suman 36 especies de anfibios, reptiles y mamíferos como la nutria, la cabra montés y una amplia variedad de murciélagos.
Tampoco puede pasar desapercibida la indudable riqueza de fauna invertebrada con más de 74 taxones con algún tipo de protección a nivel nacional o europeo y donde la Actias isabellae (anteriormente Graellsia isabelae), también conocida como Mariposa Isabelina, ocupa un lugar destacado por su belleza y fragilidad.
Toda esta belleza natural ha generado una cultura asociada que no podemos obviar. La Sierra de Guadarrama ha sido y es escenario de paisajes culturales pictóricos, literarios, arquitectónicos, cinematográficos y cómo no, educativos, tal y como atestiguan retratos de Velázquez o pinturas como la famosa obra de Sorolla “Tormenta sobre Peñalara”.
Sobre esta sierra han escrito desde reyes (Alfonso XI) hasta genios de la literatura como Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina, Zorrilla o Góngora y, más tarde, Pío Baroja, Antonio Machado u Ortega y Gasset.
Testigos del paso de los siglos por las montañas de la sierra, de cultura, tradiciones, o escenarios de superproducciones de Hollywood o más modestas producciones nacionales, son los edificios que conforman un impresionante patrimonio arquitectónico. Los Monasterios del Escorial y de Santa María de El Paular, el Palacio de la Granja, o el Castillo de Manzanares han escrito en piedra una historia inagotable que aún pervive y de la que GSD es parte.