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miércoles, mayo 1, 2024
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Café de monografía

Al entrar en el Salón de actos, todavía vacío de público, se respiraba la tensión. Faltaban pocos minutos para que Lola, Adrián, Meinan, Silvia, Lucas, Ana y el resto de los compañeros, tuvieran que presentar su trabajo final del Bachillerato Internacional, al que llamamos Monografía.

Probaban el micrófono cuando me acerque para charlar y saber cuántas hormigas les recorrían el estómago. Después de los saludos protocolarios, todos muy educados, descubrí que era el mayor hormiguero de toda la sierra norte de Madrid. Hice un primer acercamiento interesándome por cuales eran los títulos de sus trabajos, elegidos según sus preferencias. Variados, interesantes, actuales… desde “La radicalización de Largo Caballero” hasta “La Calidad del agua”, pasando por “la Alimentación Vegana” o “Las circunstancias de la mujer en la nueva Literatura”. Me sorprendió la intensidad de los temas frente a la juventud de sus autores, sorpresa que se fue despejando cuando descubrí de qué forma les ha marcado sus dos años de IB.

El desarrollo de las habilidades de comunicación es uno de los pilares del IB

La pregunta era de rigor ¿por qué el IB? Las respuestas vuelven a “marcar tendencia”; “quería salir de mi zona de confort”, “lo descubrí en un viaje que hice a Australia, y me dije que tenía que hacerlo” o una que sorprende por su madurez en una persona de esa edad “estaba amargada del sistema de educación español”. Ahora, que ya han terminado sus dos años y van a dar el salto a la Universidad, se encuentran “maduros, con mentalidad abierta, con otra forma de afrontar los estudios y progresando”.

Sin duda la estrella de las asignaturas, para todos, es CAS (Creatividad, Actividad y Servicio) una asignatura que no es evaluable numéricamente, pero que evalúa su capacidad como seres humanos. He intentado definirla de muchas maneras, pero ninguna de ellas me convencía; una vez más – una alumna de IB – me dio la solución: “¡Sabes eso que siempre has querido hacer y nunca haces!, pues eso es CAS”. Sobra cualquier otra explicación. Los “trabajos” de esa asignatura van desde teatro para los más pequeños, clases a refugiados, voluntariado con niños, visitas a nuestros mayores en las residencias… todos han aprobado con nota.

Los minutos pasaban demasiado rápido, el Salón de actos de GSD Buitrago comienza a recibir a los asistentes. Los primeros en llegar los padres y familiares de los alumnos; nunca sabré quien estaba más nervioso. Hablé con Carlos y Maribel. Su hija, con cinco matrículas de honor en el curso anterior, consiguió una beca para estudiar el IB. “Una persona muy exigente en todos los ámbitos de su vida” lo decía Maribel con el orgullo reflejado en los ojos, única parte de su cara que nos deja ver la mascarilla. Después de estos dos años, nos cuenta Carlos, “ha madurado, investiga el porqué de las cosas, y –sobre todo – piensa y razona cada acción”.

Irene y Antonio, otros padres en las primeras filas, no se quieren perder la exposición de su hijo. La madre considera que la “metodología que les enseñan, es un reto en el desarrollo de los adolescentes; muy enriquecedor”. “Ha terminado, según Antonio, con mucha más inquietud y creatividad”.

Vicente y Ana animaron a su hija a hacer el IB; Ana también cursó el IB. Su hija “vivió en Inglaterra y conoció otros métodos de estudio. El IB es una forma muy interesante de educar; le abrirá horizontes. Es una forma nueva de evaluar las cosas y de pensar, y adquieren una capacidad importante de auto exigencia”.

No tengo tiempo para más. Va a comenzar la exposición de los trabajos. Los alumnos llevan un año y medio de preparación para este momento. 4.000 palabras escogidas, elaboradas y muy pensadas para sorprender y captar la atención. Suerte.

P.D. Un secreto, pero no digan que yo se lo conté: a todos les salió perfecto.

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