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Somos alumnos IB, descúbrenos

El proyecto de IB está centrado en el pensamiento crítico para forjar habilidades que permitan a los estudiantes comprender y asimilar las características del mundo en el que nos encontramos.

Tan solo les separan 27 años… el resto es una conexión que va más allá de la relación profesora/ alumna. Encarni y Lucía, profesora y alumna, nos han desmenuzado el Bachillerato Internacional. Hemos buceado en su historia, en su razón de existir, en sus maneras de trabajar en “cómo debo enseñar y como debe aprender el alumno”. Un viaje a las entrañas de un producto que nació en 1968 con un motivo encomiable, pero de difícil, por no decir imposible, realización: Conseguir la paz en el mundo. Mientras escribo esto se me ha venido a la cabeza una pintada que vi en una época de grafitis, murales y movimientos estudiantiles, era hacia el final de los años 70 y decía así: “como no sabían que era imposible, lo hicieron”, todavía hay esperanza.

Año 1968, movimientos estudiantiles que arrancan en Paris y que acaban afectando, de una forma o de otra, al resto de Europa. “En ese año, en Ginebra – nos cuenta Encarni – un grupo de personas que trabajaban en organismos internacionales como la ONU, o la Liga del trabajo, trabajo que les requería mucha movilidad, crean los cimientos del Bachillerato Internacional (IB). Se apoyaron, para ello, en los educadores de la Escuela Internacional de Ginebra. Lo importante era darles a los alumnos una educación muy sólida con el objetivo de mejorar el mundo; esta idea está en el centro de todos los programas del IB”.

GSD dispone de Bachillerato Internacional en los centros de Las Rozas y Buitrago, en este último en tres modalidades: inglés, bilingüe y español.

Encarni entra con pasión y conocimiento en los objetivos que tiene este Bachillerato, “lo que se pretende es que los alumnos adquieran habilidades que les ayuden, tanto en su faceta académica, como cuando accedan a la Universidad, e incluso, en su vida laboral”. Cierra un momento los ojos para ordenar sus próximas palabras, “recuerdo una charla a la que fui del IB y un alumno decía que una vez que has sido alumno de IB, siempre va contigo, te marca. Y es verdad, los profesores se dan cuenta que estos alumnos tienen habilidades que otros no tienen, autogestión, búsqueda de información, ¡son críticos! …” en ese momento, Lucía remata la exposición de Encarni “¡qué preguntamos las cosas! No nos quedamos solo con la información que nos dan, si no que te preguntas ¿por qué es así?, si es verdad o no, contrastas opiniones”.

Lucía ya es universitaria y nota claramente la diferencia. “En general a los que no han estudiado el IB les cuesta tener esa independencia de tener que investigar, la necesidad de buscar las cosas, porque en la Universidad no te lo dan todo hecho. Algunas de las herramientas que adquirimos en el IB fomentan habilidades como hablar en público, argumentar, defender tus opiniones, escribir… En la Universidad se busca un pensamiento reflexivo y crítico, hacer presentaciones ante el público, comunicar y dominar el lenguaje oral y el gestual; para todo eso –Lucía está emocionada – nos preparan en el IB; yo nunca he tenido miedo, porque hemos practicado mucho durante los dos años previos, a mis compañeros el miedo – muchas veces- les atenaza”.

En el IB no buscan que te ciñas a una sola rama del conocimiento. Los alumnos tienen que escoger una asignatura de cada uno de los seis “Grupos de Asignaturas”. Grupo 1: Lengua y Literatura, Grupo 2 Adquisición de lenguas, Grupo 3 Individuos y Sociedades, Grupo 4 Ciencias, Grupo 5 Matemáticas y el último, el Grupo 6, Arte. “Por eso, dice orgullosa Encarni, el alumno de IB es redondo; no queremos que deje de lado ningún área de conocimiento”.

Los profesores tienen la capacitación y el certificado del IB; la formación es continua. Lo más importante para poder dar clases es conocer bien la filosofía del IB y los objetivos de cada una de las asignaturas, “pero lo más importante – asegura la profesora – es conocer los enfoques de enseñanza y aprendizaje. Un profesor debe enseñar teniendo en mente las metas de aprendizaje de sus alumnos y, al tiempo, reflexionar sobre su propio enfoque de la enseñanza”, mientras tanto, Lucía corrobora todas las palabras con breves movimientos afirmativos de cabeza; entiende perfectamente las explicaciones porque las tiene ya interiorizadas.

Las clases que recibió Lucía son totalmente distintas a las del Bachillerato Nacional, “son clases más dinámicas, esto no es sentarte en clase y escuchar mientras subrayas un libro. Es debatir, es que el profesor te haga preguntas, es intentar contestar a todo, indagar, fomentar la razón e intentar relacionar siempre los conocimientos. Por ejemplo, la Historia no son hechos aislados, siempre hay algo en una asignatura que te puede ayudar en otra; todo el conocimiento está relacionado”.

Como si fuera un diálogo teatral, casi sin dejar terminar la frase a Lucía, Encarni añade una frase que marca, que deja huella y que Lucía acompaña con un movimiento afirmativo” Lo que se pretende, añade la profesora, es desarrollar las habilidades en el alumno, para que sean aprendices toda la vida. Lo que buscamos los profesores es instalar, plantar en ellos la semilla de las ganas de aprender. Les estamos dando un empujón para que ellos sigan”.

El IB da acceso a la universidad española y a las universidades de más de 150 países, donde está altamente valorado.

Lucía quiere hablar de CAS, iniciales de Creatividad, Actividad y Servicio. No es una asignatura más. Sus clases son experiencias. “Es una asignatura no evaluable numéricamente, pero en la que te examinas tú mismo de la vida”. De repente se ha hecho un silencio en medio de los gritos de los niños, de los padres llegando, de las clases de gimnasia, nos hemos quedado envueltos en una burbuja en la que esperamos que Lucía siga. Se toma su tiempo “hicimos voluntariado, estuvimos 3 meses colaborando con una residencia de mayores, hablamos de la Guerra Civil y nos ayudaron a entender una parte muy importante de la historia de los últimos 100 años, entendimos muchas cosas de la asignatura de Historia. Trabajamos con animales abandonados y maltratados, colaboramos con bancos de alimentos, ayudamos a extranjeros dándoles clases de español… me ha hecho cambiar muchísimo”.

Es Encarni la que se atreve a romper el clima al que nos ha llevado Lucía, y lo hace como lo que es, una profesora de IB, “después de las experiencias CAS, los alumnos reflexionan sobre lo que han hecho, aprenden de la experiencia y aprenden sobre ellos mismos.”

Y terminamos cerrando el círculo. La alumna y la profesora saben cuál es su papel. No es proselitismo, es información de una herramienta gigantesca, el IB, que está dando sus frutos y que GSD apuesta abiertamente por ella. La experiencia no puede ser mejor.

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