¿Podrías afirmar que vives con bienestar pleno? ¿Crees que solo las personas enfermas deben preocuparse de su bienestar?
Si hay algo que nos une a todos de forma generalizada en la era de la diversidad es la búsqueda del bienestar. Erróneamente, tendemos a asociar exclusivamente, el bienestar con buena salud física o ausencia de enfermedad, pero la salud física solo es una pequeña parte de este ansiado bienestar.
Sin duda nuestro estado físico influye de forma determinante en nuestro bienestar que, además, contempla otras dimensiones que interaccionan unas con otras. Todas ellas requieren atención, así que, si eres de los que han empezado a cuidar su alimentación, a realizar actividad física, y a cumplir unas horas mínimas de sueño, vas por muy buen camino pero, recuerda, no gastes toda tu energía en el campo físico y dedica una parte de tu atención al resto de dimensiones.
Seguro que en más de una ocasión te ha costado concentrarte en tus quehaceres por una preocupación que ronda tu cabeza, o te has sentido abrumado en un espacio bullicioso y excesivamente desordenado, o te has preocupado junto con tu pareja por sacar adelante vuestra economía, o no te sientes realizado con el empleo al que acudes, o te gustaría tener relaciones sociales de calidad o, simplemente, llevas un tiempo que te acompaña el malestar permanente sin un propósito en la vida. Todos estos aspectos están relacionados con algunas dimensiones del bienestar e interfieren en la consecución del bienestar integral.
Más concretamente, cuando hablamos de dimensiones del bienestar nos referimos a las 8 siguientes:
Para simplificar, el bienestar de las personas podría definirse como “estar bien” desde el punto de vista físico, mental, emocional, espiritual, ambiental, social, financiero y ocupacional.
Estas áreas son los pilares imprescindibles para sentirnos bien y, para eso es necesario alcanzar un equilibrio entre ellas que variará dependiendo de las necesidades, preferencias y habilidades individuales, o del momento de la vida en que se encuentre. Por eso bueno revisar de forma frecuente nuestras prioridades y realizar los reajustes que sean necesarios.
Hemos visto ya que el bienestar es un concepto global que integra la satisfacción por el buen funcionamiento de todas las áreas antes mencionadas, pero, al mismo tiempo, es un estado subjetivo ya que depende intrínsecamente de la percepción de cada individuo.
En esta percepción individual afectan factores culturales, personalidad, etapa… por eso, una misma situación y condiciones puede vivirse de forma diferente dependiendo de la persona implicada.
La organización de nuestro mundo y sus ritmos frenéticos nos dificultan este logro, por suerte, cada vez hay mayor conciencia en nuestra sociedad de la importancia de no solo vivir sino vivir con bienestar. Dar un enfoque positivo a la vida implica dar prioridad a las cosas significantes, encontrar un propósito a lo que hacemos, hallar y disfrutar aquellas cosas que nos hacen felices, mantener un estilo de vida saludable, implicarnos en el mundo…
Y tú, ¿valoras el bienestar como algo imprescindible en la vida? ¿Te has parado a pensar en ello solo cuando ha aparecido algún malestar en tu vida?