Premio Nacional de la Historia de España 2016, secretario de la Real Academia de Historia y Cronista de la Villa de Madrid.

Nació en 1954, el 23 de abril, día con reminiscencias históricas donde los haya, Feliciano Barrios es uno de esos alumni de los que cualquier institución educativa puede sentirse orgullosa. Estudió en el antiguo Centro Cultural Gredos, en la Plaza Vieja y, desde ahí, ha llegado a ocupar un lugar preeminente en la universidad y la Academia. Doctor en Derecho y Decano, hoy Honorario, de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Es también, entre otros muchos cargos, secretario de la Real Academia de Historia, Premio Nacional de la Historia de España 2016 o Cronista de la Villa de Madrid.

Le recibimos en la sede de la Cooperativa, en el antiguo colegio de San Moisés, junto a Carlos de la Higuera, primer presidente de GSD y socio fundador; José Luis Miranda, presidente de la Cooperativa; Gema Bernal, vicepresidenta; y Pilar Fernández, directora de RR.II., Marketing y Comunicación.

Cuando he entrado en internet y he visto los colegios, lo que habéis hecho, para mí es un orgullo enorme.

José Luis Miranda inicia esta agradable charla, que se ha concertado unos días atrás en la Real Academia de Historia, con la que GSD Cooperativa se encuentra en proceso de firmar un acuerdo de colaboración para el desarrollo de diferentes iniciativas.

La conversación deriva hacia los recuerdos vividos por Carlos y Feliciano en el Centro Cultural Gredos como alumnos de la institución:

Carlos: Había gente de distinta procedencia y de distinta ideología, era impresionante.

Feliciano: Y de distinta clase social. Yo era hijo de un pequeño comerciante, pero había hijos de funcionarios, gente muy modesta y otros, pocos, con un potencial económico importante. Recuerdo a un compañero cuyo padre tenía un almacén de antigüedades cerca del rastro, era como entrar en el templo de los tesoros.

Carlos: Con los profesores sucedía lo mismo, algunos que habían triunfado en la vida, algún represaliado de la República, militares. D. Julio tenía la capacidad de mantener en marcha toda esta complejidad.

Feliciano: Carlos, me acaba de venir el recuerdo, tú también lo tendrás grabado en tu mente, del ruido ensordecedor de las máquinas de escribir, de los que estaban aprendiendo mecanografía ¡y cómo se movía D. Julio por el colegio, con qué rapidez! Cada vez que pasaba cerca de mí me decía ¡Feliciano! ¡Te tengo vigilado! y seguía andando.

Carlos: Tenía un gesto para cada uno, sobre todo para que nadie pensara que pasaba inadvertido. Era un hombre extraordinario, yo hice el bachillerato nocturno de 7 a 10, porque había mucha necesidad de estudiar.

Don Julio era consciente de la sociedad que había en ese momento en España y creó una coraza en la que era muy difícil entrar, se llevaba muy bien con todo el mundo, pero era consciente de que tenía que protegerse de unos y de otros. A mí me dio trabajo de botones para poder costear mis estudios. Yo era consciente de que era una especie de beca.

Cuando D. Julio decidió jubilarse, aquí, en el colegio de la Avenida de San Diego, estábamos un poco apartados y la opinión era favorable a desarrollar nuestro propio proyecto cooperativo, sin embargo, en la Plaza Vieja fue más difícil, porque todo ese entramado variopinto, tenía sentido bajo la batuta de D. Julio, sin él era complicado. A partir de ese momento me fue muy útil haber estudiado Derecho para entrar en el conocimiento del mundo cooperativo.

Feliciano: Es que la carrera de Derecho es útil siempre, yo pondero la carrera de Derecho como una guía para la vida, porque el Derecho es la vida, es la sociedad. Cuando acabé el COU de Ciencias, le dije a mi madre, que era un ángel, y a la que debo todo, y que quería que estudiara Farmacia, que iba a hacer Derecho. En la primera clase de Historia del Derecho dije: esto es lo mío, me voy a dedicar a la Historia del Derecho. Es en lo que me especialicé, y me alegro de no haber hecho Historia, para ser un jurista historiador, no un historiador jurista.

Por cierto, Carlos ¿cómo hicisteis la Cooperativa? Porque me está encantando que me lo estés contando.

Carlos: Pues una vez constituida la cooperativa, desde septiembre del 84 hasta abril de 85, elaborando unos estatutos y poniendo todo en marcha en reuniones maratonianas, el colegio, el edificio de San Moisés, desde el punto de vista administrativo, tenía clasificación provisional, porque tenía clases de 20 metros cuadrados.

D. Julio nos acompaña a la Dirección Provincial y a la Dirección General. Todos eran muy escépticos, entendiendo que este colegio debía desaparecer. Tuvimos la suficiente fortaleza y fe para seguir adelante, en una travesía en el desierto de unos 10 años negociando con las administraciones para poder disponer de un terreno.

Nos cerraron la última planta y solicitamos el uso de una escuela infantil que estaba cerrada. En un solo fin de semana nosotros mismos pintamos las aulas, los juegos infantiles, limpiamos… y cuando vino la antigua directora dijo: me gusta más este espacio ahora que el que me van a dar nuevo.

— Feliciano: Habéis triunfado, esto es un éxito. Yo he pensado muchas veces en ponerme en contacto con vosotros. Cuando he entrado en internet y he visto los colegios, lo que habéis hecho, para mí es un orgullo enorme.


Hablamos sobre el estudio y la divulgación de la Historia, de las posibilidades de colaboración entre la Academia y GSD. Feliciano nos comenta cómo las herramientas que está desarrollando la Academia, de libre acceso, como los mapas interactivos, pueden ser un complemento de gran utilidad para los docentes.

Otro hito importante que nos recuerda Feliciano es la celebración de aniversarios de hechos históricos, como este año ocurre con la Primera vuelta al mundo de Magallanes-El Cano, que tienen una doble vertiente, una más generalizada a través de exposiciones y otra doble vertiente que es la alta divulgación, que se produce a través de los libros que se publican a raíz del centenario.

Tras el encuentro entre antiguos compañeros de colegio, Feliciano quiere visitar el actual colegio GSD Vallecas. Pasea por todos los rincones del centro y se detiene con los alumnos de Primaria y Bachillerato a los que anima a conocer la Historia de su país por las enseñanzas que para la vida les aportará. También tiene tiempo para pararse a charlar con los profesores del departamento de humanidades a los que agradece su labor docente y se compromete a donar al colegio una selección de libros de la Academia que el mismo seleccionará.

Esperamos que esta colaboración entre la Real Academia de Historia y GSD Cooperativa fructifique para beneficiar a toda la Comunidad Educativa GSD, en especial a nuestros alumnos.

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